En el año 1931, en España se proclama la Segunda República. En este
contexto, las mujeres son elegibles pero no pueden votar. Clara
Campoamor y Victoria Kent son las primeras mujeres diputadas que pisan
las cortes y se plantean muy firmemente luchar por los derechos de la
mujer. Clara Campoamor sabe que eso pasa por una primera y gran
conquista: el voto femenino. A partir de este momento, su lucha no es
nada fácil. Muy pronto encuentra su primer obstáculo: sus propios
compañeros de partido, republicanos, de izquierdas, temen que las
mujeres voten influenciadas por la iglesia y, por ello, a la derecha,
así que le dan la espalda. Ese argumento se generaliza y hace que Clara
Campoamor se vaya quedando sola en el parlamento en su defensa del
sufragio universal. Después de una lucha constante, y después de
múltiples traiciones, el 1 de diciembre de 1931, Campoamor consigue su objetivo: el voto para la mujer.